A 80 años de la aparición de “Cántico
Guillén, el poeta de la esperanza



En diciembre de 1928, se editaría en La revista de occidente, la primera versión de “Cántico”, cuyo autor era hasta entonces un perfecto desconocido en la lírica española de esa época: Jorge Guillén (Valladolid, 1893 - Málaga, 1984), no obstante esta colección de poemas le bastó para obtener el reconocimiento unánime de los poetas de la llamada Generación del 27.


Tenía treinta y cinco años cuando publicó “Cántico”, edad que se justificaba con tamaña empresa que había emprendido hace más de diez años, cuyos logros son indiscutibles en el campo poético; pero esto no quiere decir que su carrera literaria se había iniciado estrictamente por estos años, sino por el contrario, Guillen era ya un respetado crítico literario, que publicaba en revistas especializadas como el Norte de Castilla, Hispania (París), España, Índice y Pluma; donde estudiaba a diversos poetas, como Mallarmé, Jules Supervielle, Juan Ramón Jiménez, Rubén Darío, Anatole France y Góngora, (este último fue objeto de estudio para su tesis doctoral.) entre otros, que sintonizaban con su espíritu y sus inquietudes poéticas.
Se ha hablado mucho sobre la poesía de Guillén, principalmente de estar inmerso dentro de los parámetros de la “poesía pura” más extrema. Lo cierto es que Guillen, desde un inicio aceptó ser partidario de la poesía pura ma non troppo (pero no demasiado), puesto que para el autor de Clamor la poesía de este tipo era “matemática y química”, por lo que su temperamento no podía aceptar un poema tan maquinal sino que compartiera el fulgor que producen las cosas del “mundo” que en sus palabras estaba “bien hecho”. Así mismo fue su admirado Paúl Valery quien definió muy bien lo que es en realidad poesía pura como “todo lo que permanece en el poema después de haber eliminado todo lo que no es poesía”.
Jorge Guillén conoció al autor de “Charmes” en París hacia 1922, cuando por entonces trabajaba como lector de la Sorbona; ambos ciertamente rendían un culto al simbolista francés Stephane Mallarmé, por lo de su aspiración a llegar al “Le livre”, al “poema integral”; asimismo por la elevación del tema y el rigor del estilo que ambos ejercían, donde la inspiración era solo una invención romántica, cuando a cambio se hablaba de la conciencia poética. Es más, fue el mismo Guillén, quien introdujo a Valery a los círculos literarios de España difundiendo su poesía, mediante la magnifica traducción que realizó, en 1930, del Cimetière marin (Cementerio marino), a modo de homenaje al ultimo heredero directo de la mejor tradición simbolista.
El rigor casi religioso que le profesaba al quehacer poético, adjuntado a la conciencia poética, y su idea de que la poesía en esencia un “símbolo de esperanza”, desembocó inéditamente en la escritura de “Cántico”, que en su primera edición estuvo conformado por setenta y cinco poemas, distribuidos en siete secciones sin titulo, donde posteriormente tendría tres versiones más, la de 1936 (126 poemas), la de 1945 (270 poemas), y la 1950 (334 poemas), que es la versión definitiva; y que llegó a formar parte de otro gran proyecto, titulado Aire nuestro, que cierra una trilogía con dos trabajos más: Clamor y Homenaje.
Dedicado a su amigo entrañable Pedro Salinas, Cántico tiene su correlato con otras obras de igual envergadura, que son un testimonio de su tiempo, tal es caso de The waste land, de T.S. Eliot, pero si bien Eliot nos da una visión pesimista de un mundo fragmentado luego del impacto de la Primera Guerra Mundial, Cántico es uno de los pocos intentos de oponerse al nihilismo imperante en la mayoría de obras, porque como han coincidido la mayoría de críticos, no más que “la afirmación de la vida”, una celebración de los elementos ordenación y en perfecto estado de los elementos de la naturaleza, donde el hombre está en contacto vital con lo que lo rodea, en un movimiento armónico. “¡Oh perfección: dependo del total más allá,/ dependo de las cosas!/¡sin mí son y ya están/ proponiendo un volumen/ que ni sonó la mano,/feliz de resolver/una sorpresa en acto!”.