Falleció Jorge Enrique Adoum
Currículum Mortis de un extranjero


El pasado viernes 3 de julio, el poeta ecuatoriano Jorge Enrique Adoum falleció a los ochenta y tres años; nacido en Ambato, fue el último gran poeta de Ecuador, al lado de otros que ya partieron como Jorge Carrera, Gonzalo Escudero, Alfredo Gangotena y Cesar Dávila. “Ecuador Amargo” fue su primer libro publicado, que estuvo bajo el influjo del poeta chileno Pablo Neruda.
Para los críticos más serios fue el poeta vivo más importante del Ecuador, y aun para Pablo Neruda era el mejor poeta latinoamericano –Adoum llegó a ser su secretario personal por espacio de dos años–; y si nos dejamos llevar por esas muestras de generosidad hacia Jorge Enrique Adoum diríamos que estamos ante un poeta imprescindible para conocer la evolución poética ecuatoriana del siglo XX.
En total, Jorge Enrique Adoum, publicó más de una treintena de libros, entre ellos destaca sus trabajos poéticos como “Ecuador amargo” (1949), “Carta para Alejandra” (1952), “Yo me fui con tu nombre por la tierra” (1964) y su monumental “Cuadernos de la tierra” (1952 – 1961) que comprende cuatros volúmenes, en un intento de realizar una poesía épica en una sociedad “que no tiene nada de heroica” diría en una entrevista.
La poesía de Adoum, no hace más que explicarse sobre un proyecto de acercamiento a la propias entrañas de sus frustraciones y aspiraciones; si el peruano Tulio Mora tiene su “Cementerio General”, donde sus personajes cargan con todo el peso de la historia, Adoum tiene su “Cementerio personal” donde dedica sus poemas a sus amigos más cercanos, entre ellos Juan Rulfo, Benjamín Carrión y Paco Urondo para reconocerse en ellos.
Es notable la evolución que hace de su propio lenguaje, abogando en sus primeras etapas por un lenguaje hermético nerudiano, pasando por el neobarroco de clara influencia lezamaniana, para luego insertarse en un lenguaje popular, y finalmente imprimir su sello personal con un lenguaje que no conoce límites sintácticos ni gramáticos como lo demuestra en sus “Prepoemas en postespañol”: “era por descostumbre de la muerte por desmuerte” escribe.
No hubo poeta más preocupado por tratar de comprender la situación identitaria y la revaloración de su cultura, una búsqueda constante de esas “señas particulares” al que hiciera referencias en muchas ocasiones; ese hombre que se niega a desarraigarse, fue uno de los primeros en preguntarse sobre la “ecuatorianidad”, cuando dice: “Nadie sabe en dónde queda mi país, lo buscan / entristeciéndose de miopía: no puede ser, / tan pequeño ¿y es tanta su desgarradura, / tanto su terremoto, tanta su tortura / militar, más trópico que el trópico?”.
Además de poeta, Adoum se movió con naturalidad por el terreno de la novela, al publicar dos novelas emblemáticas, “Entre Marx y una mujer desnuda” (1976) y “Ciudad sin Ángel” (1995); el primero tuvo una acogida más que insólita al obtener el Premio Xavier Villaurrutia de México. Es una novela – afirmó el autor - antiburguesa, antimilitarista, antifascista y “antiliteraria”. “un texto con personajes”. También inventó con “Los amores fugaces” (1997) un género insólito, el de las memorias imaginarias.
Este poeta proteico, también estuvo relacionado con nuestro país: admiraba profundamente a Cesar Vallejo, tuvo un entrañable amigo, el artista plástico Víctor Delfín, además la última vez estuvo en tierras peruanas para participar en el Primer Encuentro Cultural Peruano Ecuatoriano realizado en Lima el 2004.
Jorge Enrique Adoum fue el poeta más (re)conocido fuera de sus fronteras, el que dijo que su peor enemigo era la palabra, y que su muerte no importaba sino la los de otros. El poeta ahora está en una vasija de barro, enterrado al lado de otro gran artista: Oswaldo Guayasamín. Que en paz descance.
El sueño de Onetti
A 70 años de la publicación de “El pozo”


No fue nada gratuito, cuando en 1967, el entonces joven escritor Mario Vargas Llosa, perspicaz lector, advirtió que la publicación de “El pozo” de Juan Carlos Onetti marcaba el “inicio de la novela creativa en América Latina”, y estaba en lo cierto, porque hasta ese momento, al menos dentro de la zona del río de la Plata no habían novelas con la sagacidad argumental y el desafío mismo que el texto proponía al lector.
Para entonces Onetti, tenía 29 años, y se dice que había escrito una novela a mediados de los años treinta, “Tiempo de abrazar”, pero que en uno de sus frecuentes viajes hacía Buenos Aires se le extravío; por eso tuvieron que pasar más cuarenta años para ser publicado, pero en una edición incompleta. Así es que podemos decir que con la nouvelle “El pozo” Onetti inicia una espléndida carrera novelística.
Las condiciones de cómo fue escrita, no fueron menos anecdóticas: el mismo Onetti cuenta en una de sus últimas entrevistas, que por aquel entonces, en Uruguay había una feroz dictadura, que no tuvo mejor idea que prohibir la venta de cigarrillos los sábados y domingos, por lo que los “viciosos” hacían su stock los viernes, pero Onetti se olvidó comprarlos, así que pasó dos días sin fumar ningún pucho, esto le trajo un humor de los mil demonios, ante esto no hizo sino otra cosa que tomar la maquina de escribir y empezar a redactar un pequeño texto de noventa y nueve páginas, esa era la primera versión de “El pozo”.
Ya en este texto, podemos advertir los elementos que constituyen la poética onettiniana, el universo que en cada novela se va nutriendo y forjando una poderosa narrativa, entre ellos y como eje fundamental está el “spleen”, término empleado por el poeta francés Charles Bauderlaire para referirse al tedio como una actitud, producto del “capitalismo avanzado” como sostiene el crítico Mario Fabían. Pues bien, ese tedio se apodera de Eladio Linacero, botado en su habitación, donde no tiene mejor forma de malgastar su tiempo que inventarse historias, recordarse de su vida pasada, soñar situaciones absurdas, y finalmente ponerse a escribir, lo que él llama su “Obra maestra”.
Y es que todas estas cosas, hace que Eladio no pierda el sentido de la vida, que no sea más vulgar de lo que ya es, sino con la mención conciente de que el soñar puede ayudarlo a escapar de su mediocre existencia. “si hoy quiero hablar de los sueños, no es porque no tenga otra cosa que contar. Es porque me da la gana simplemente”.
En esta persistencia de recrearse en sus sueños, hace que asistamos al salto de otros planos irreales, la lectura entonces se hace más compleja porque se entretejen situaciones inconexas, donde diversos personajes se pierden en sus propios mundos, todos bajo un ambiente cargado de pesimismo, desde la habitación de donde cuenta sus pericias hasta la cabaña donde se produce un fallido intento de violación.
La soltura y el dominio de la técnica, con que Onetti narra esta su primera novela, nos hace pensar en un diestro lector que sacó provecho de sus lecturas, además que es el primer intento de modular su ilimitada imaginación al servicio de las historias. A setenta años de su primera adición, artesanal, “El pozo” sigue siendo fuente de aprendizaje para los jóvenes escritores, quienes siempre buscan una forma insólita de narrar una historia.
En el centenario del autor de “La vida breve”
Cuando sí importe Onetti



Si seguiría vivo, este primero de julio, cumpliría cien años, pero por desgracia no es así; el escritor uruguayo Juan Carlos Onetti vivió hasta los ochenta y cinco años, suficiente para dejar una obra fecunda, que abrió la brecha hacía la modernidad a nuestras letras latinoamericanas; “El pozo”, “Juntacadáveres”, “El Astillero”, son algunas de sus obras que dejaron huella en su generación y siguen siendo leídos con el mismo fervor de antes.
Para Mario Vargas Llosa, Onetti es el “primer novelista de lengua española moderno” y para Emir Rodríguez Monegal “marca el acceso de toda una nueva promoción narrativa a las letras hispanoamericanas”. Él es, Juan Carlos Onetti, un escritor de culto, alumno aplicado de Faulkner, parricida por excelencia, se autoexilió a España, como un elefante que sabía que iba a morir, sin embargo al final de su vida pudo conocer la gloria, al concedérsele el anhelado premio Cervantes en 1980.
Existen muchas formas de abordar la vida de un escritor, la de Onetti la influencia de la geografía es gravitante, hecha acaso a la medida de sus expectativas, la que marcará su obra; ya que si bien nació en Montevideo, fue fuertemente atraído por la capital bonaerense, separándolos tan solo por el río de la Plata, ciudades a las que alternó por motivos de trabajo, además que fueron escenarios naturales para sus relatos iniciales, hasta que creó Santa María, su Ciudad. “yo quería estar en otro país, en otro lugar, que no fuera Buenos Aires ni Montevideo, porque (Santa María) es la mezcla de ambas cosas” dijo alguna vez.
Desde niño fue un lector voraz, se leyó todo Julio Verne además quedó fascinado con una novela gráfica, Fantomas, y cuando estuvo en Buenos Aires, además de estar en permanente contacto con Roberto Alt, descubrió la obra de su admirado William Faulkner, al leer por primera vez “Absalón, Absalón” la que la consideró tan buena que tuvo días en los que le “pareció inútil seguir escribiendo”. Onetti no solamente fue quien quedó impactado por el autor de “El sonido y la furia”, creador también de otra ciudad ficticia Yoknapatawa, sino también por casi todos los escritores del Boom, pero es evidente que en el Uruguayo fue quien lo comprendió a cabalidad, por su mismo temperamento y el estilo que inconciente perseguía. “La novia robada” es el calco fiel de “A rose for emily”.
Se casó hasta en cuatro oportunidades, tuvo hijos, entre ellos está Jorge Onetti, quien se haría un famoso escritor. La que le acompañó los últimos cuarenta años de su vida, fue la violinista Dorotea Muhr, o simplemente Dolly, “Ignorado perro de la dicha” extraña dedicatoria que le hace en su relato “La cara de la desgracia”. En alguna ocasión a Dolly le preguntaron: ¿Cómo fue vivir con Onetti? “Como hacerlo con alguien que a la vez vivía en otro mundo, el de la irrealidad, el de la literatura, el de la creación” sentenció.
Y es que Onetti, siempre estuvo en la frontera de la ficción, escribió para pocos, se dice que “El pozo” su primera novela, solo se vendieron cincuenta ejemplares a lo largo de veinte años. Aunque consideraba a “Los adioses” como su mejor novela, no obstante es con “La vida breve” que se ve a un Onetti en su plenitud como narrador, de una prosa densa, morosa, con frases extensas, de compleja lectura, y con técnicas manejadas con maestría, además que en esta novela se iniciaría con la saga de historias que ocurrirán en Santa María, hasta acabar en “Cuando ya no importe”, su último canto de cisne.
Escritor maldito, fumador empedernido, “el compadrito italiano” como le dijo Jorge Luís Borges, se autoexilió en Madrid en 1975, cuando España retornaba a la democracia; y desde entonces se aísla en su departamento, arrojándose a la cama hasta su muerte, como todo un privilegiado espectador de su decadencia, escribiendo sus últimas novelas, bebiendo wiski, y leyendo quizá el último aforismo de Cioran: “La soledad no te enseña a estar solo, sino a ser único.”
En la provincia de Chanchamayo
II Encuentro de Escritores con sus lectores




Ante los últimos lamentables sucesos en la zona amazónica del Perú, el “II Encuentro de Escritores con sus Lectores” que se desarrollará en la Merced, a partir del viernes 26 hasta el domingo 28 de junio, se torna un espacio propicio para demostrar que el dialogo es la mejor manera de confrontar pensamientos, por más distintos que sean y de esta forma llegar a un consenso.
Organizado por la Asociación de Escritores y Artistas “Juan Santos Atahualpa” de La Merced, encabezado por el escritor Gotardo Cervantes Mendivil; este importante Encuentro, en esta su segunda versión, promete ser uno de los focos centrales de la cultura, que se realiza anualmente, y cuyo objetivo primordial es de “acercar a los escritores con sus lectores, y hacer que compartan el arte, creatividades, producciones y publicaciones de manera horizontal”.
En ese sentido los escritores provenientes de las regiones como Junín, Ayacucho, Apurimac, Huancavelica, Pasco y Huanuco, se darán cita en el valle de Chanchamayo para participar activamente de las conferencias, ponencias e intercambio de experiencias con los asistentes, concientes de la enorme multiculturalidad que comprende la zona central del país y sus enormes posibilidades de desarrollo como nación.
Para dicho encuentro ya han confirmado su participación los escritores: Nicolás Matayoshi, Carolina Ocampo, Hector Meza Parra, Jorge Luis Roncal, Jair Pérez, Rolando Mandujano, Gilbert Ortega, Darío Vásquez, Julio Arévalo, Elías Astete, Luís Padilla, Luís Yañez entre otros destacados intelectuales; así como grupos literarios, entre ellos destaca el Movimiento Literario “Dosamarus” de Huancayo.
Los dos primeros días del evento servirá para profundizar en las obras de los escritores invitados, y su aporte en nuestra literatura peruana, vale decir en conferencias magistrales, talleres de comprensión lectora, ponencias, presentación de obras; así como para las visitas a los colegios de la zona.
Mientras que el último día, está programado para el contacto y observación de la realidad del medio social, es decir, en los centros poblados y comunidades nativas, como fuente de trabajo e investigación.
Gotardo Cervantes Mendívil, Presidente del Comité Ejecutivo, informó qué el evento será “una fiesta intelectual, con quienes cultivan la cultura y sus lectores, asistirán profesores de las especialidades de lengua y literatura, estudiantes y la población que vive preocupada por la cultura”.
Viaje por los laberintos del cuerpo
Noche oscura del cuerpo
de J.J.Eielson




El cuerpo como materia hirviente, compuesto por trillones de células en una batalla por la supervivencia; el cuerpo como depositario de algún alma alucinada, armado de alientos divinos, una masa sinérgica, donde no hace falta que Miguel Ángel ordene gritarle, por la monstruosa perfección que gime por sí sola.

***
En fin, el cuerpo como objetivo poético, una parábola contemporánea, el dilema de los pensadores postmodernos, entre ellos el “filósofo del cuerpo”, Jacques Merleau-Ponty: “el CUERPO no es un OBJETO”, Vade retro quien se atreva a decir que no existe la dualidad “Cuerpo/Alma”, porque todo pasa por ese caos violentado por la mente.

***
“Pienso, (siento) luego existo”, a decir de los cuadros toscos de Francis Bacon, que todo lo desgarra, no hay estabilidad en el caballete, ni mucho menos en los pies, duele la tortura, pero más duele esa soledad, porque no hay reconocimiento con el otro, por eso el sujeto no es sujeto, es cualquier cosa, nadie puede decir que existo mientras nadie me vea, vea mi carne, porque no hay conciencia encarnada que esté provisto de escepticismos.
***
Miramos por el ojo de la cerradura para contemplar al cuerpo que está recostado, haciendo quién sabe qué, pero que eso no importa cuando el vouyeur vive por el solo movimiento de su sombra, algo incompleto, que el resto es imaginado subliminalmente. Gracias Klossowki. El deseo se hace más penetrante. Lo místico es el deseo de la noche. La noche es demasiado oscura en España, en los claustros donde San Juan de la Cruz realiza su propio ritual: escribir sobre biblias viejas.

***
A propósito, “la conciencia no es lenguaje” dijo el budista zen, Taysen Deshimaru, no hay lenguaje poético que asuma la responsabilidad de diseccionar lo real lacaniano, es un delito fomentar tal creencia. El lenguaje de a poesía, revierte todo lo planteado por la (con) ciencia; es el único camino por donde hay manzanos para llegar a encubrir los misterios, y todavía uno no piensa que el Árbol de la Vida es cierto.

***
“Nada me vuelve más dichoso/ que el fulgor de las estrellas/ encerrado en mis arterias” este poema, vilmente mutilado, no es de Deshimaru, sino de otro que siguió sus pasos, en Italia, Jorge Eduardo Eielson, que por coincidencia cronológica es asociado a una generación peruana, y vuelto a ser mutilado como lo hice anteriormente con el poema, porque el no hizo más que seguir un camino que tendría un punto de quiebre hasta cinco años antes, es decir el día de su muerte, y que muchos aseguran que alcanzó aquello que los budistas llaman “satori”, antes de su partida a la luz.

***
Noche oscura del cuerpo. Escrito inicialmente en la década del cincuenta, pero salido a la “luz” pública, luego de veinte años. Noche oscura del cuerpo, conjunción de las tradiciones, como el eclipse de luna: cristianismo místico, budismo místico. Oscurantismo e iluminación. Anulación de los contrarios. San Juan de la Cruz. Taysen Deshimaru.
***
Noche oscura del cuerpo. Anteriormente y como precedente:- en fin, no hay obra que puede ser medido por el tiempo. Así lo dijo en una entrevista. En su obra mucho menos.- (1) El cuerpo de Giulia-no, la abyección en forma de belleza, el manto mortuorio sobre la morgue de Venecía. O aquella Dogaresa, el pájaro puro de las ensoñaciones. Performance que nuestra la mujer, con una gran sábana, la cubre como su fuera una placenta. Es un feto conectado al cordón umbilical, como si aún la belleza fuera parte completa de la naturaleza (El cuerpo de Guilia-no, performance, Venecia, 1972). Y los artistas, unos estúpidos niños jugando a hacer castillos de arena.

***
(2)Tix. “Nunca más nos ocultamos/ Para acariciarnos soñar o defecar”; pasajes internos de la casa deshabitada, sin gatos ni perros, por lo menos. Puros baños, comedores, salas, pasillos condenados a la respiración del aire sin vida. “Y el Mundo nos pareció fresco e intacto/ Como acabado de hacer” (XV). La luna está afuera, y un tigre en un cuadro, recobra vida. “¿Para qué ha venido?, / ¿Ve usted que no hay nada?”(XXXXIX), así también son las esposas sepultadas en reinos desconocidos.

***

Cuando fuimos placenta, fuimos felices, no había nada a nuestro alrededor, solo nosotros solos. Éramos anterior(es) a nosotros. Productos de la fusión deseada. Mi padre y mi madre, Adán y Eva. “Quizás el primer hombre y la primera mujer/ sobre la tierra”. Ellos son anteriores a mí, y de algún modo sus cuerpos son mi cuerpo. Y cuando ellos se van, yo me voy con ellos. “El arco iris se los lleva nuevamente,/ como se lleva mi pensamiento”.
***

"Qui est je" /“¿Quién soy yo?” (Najda, André Bretón). “Je est un autre”/ “YO es otro” (Cartas del vidente, Arthur Rimbaud), para ser yo, tengo que reconocerme en el otro. El famoso “Estadio del espejo”, teoría de Jacques Lacan. Pero tengo que ir más allá, tengo que sentir lo que el otro siente, ser igual que él. Una vía directa para saber que existo, tengo necesariamente que sentir. Tener el cuerpo, pero ¿cómo comprobar de que tengo un cuerpo? “Lo que hace que yo pruebe un gran dolor es que poseo un cuerpo. Si no tuviera cuerpo, ¿qué dolor podría yo probar?” dijo Lao Tse. Aquel dolor eielsoniano vas más allá de nuestra propia materialidad. “el cuerpo entero padece/ de una enfermedad violeta/ cuyo nombre es melancolía”. “ Me duele la bragueta”.

***
Porque el viaje se inicia, con la convicción de que somos hombres, o al menos que lo fuimos en algún momento. “todo lo que veo sobre la tierra/ me convence que jamas será un hombre/ ni una mujer ni una hormiga”, sin antes llegar a nuestros límites, penetrar por las zonas secretas, diseccionarnos, pero no a la manera del Leng T’ ché. “penetro corredores en corredores tiernos/ me estrello contra bilis nervios excrementos…/ caigo me levanto…/caigo nuevamente/ ante un muro de latidos”

Cuando el apocalypsis es poesía



Dato:
Dorada Apocalypsis,
Domingo de Ramos.
Tranvía editores,
Lima, 2009


Sin lugar a dudas, la poesía de Domingo de Ramos (Ica, 1960), es una de las más emblemáticas dentro del contexto de los años 80, por la propuesta de un lenguaje, que profanaba la tradicional forma de componer un poema, así como también la actitud confrontacional que tomó por esos años cuando pertenecía al entonces polémico movimiento Kloaka.
Dentro de sus más importantes producciones poéticas se encuentran, “Pastor de perros” (1993), “Luna Serrada” (1995), “Osmosis” (1996) con el que ganó el premio COPE de poesía, “Las cenizas de Altamira” (1999, vuelto a aparecer este año) y Erótika de Klase (2003) que obtuvo el Premio de poesía erótica “Oquendo de Amat” del Centro Cultural de España.
Esta vez, la poesía de Ramos ha evolucionado notablemente con “Dorada Apocalipsis”, donde construye una compleja red de voces que se entrecruzan, produciendo todo un entramado polifónico, donde lo sublime y lo escatológico hacen una suerte de simbiosis en pro de penetrar en la interior de sus personajes, que parecen ser producto de migraciones de todo tipo, y por ende de desarraigos psicológicos y/o sociales.
Y es que el móvil, de “Dorada Apocalypsis” son sus propios personajes, que van desfilando por nuestro sentidos, todos con un denominador común: que son de alguna forma marginales, fuera de toda institución oficial, y que conciente o inconcientemente establecen una conexión con la mentada “brutal decadencia” a la que muchas veces hace referencia el poeta iqueño.
Sus versos son tan extensos, que parecen nunca tener fin, a la manera de Enrique Lihn, y que mantienen el bemol, así sea para presentar situaciones tensas; no por algo diría que es “un lírico con aliento de novelista”, ya que en sus poemas se entretejen historias inacabadas, fragmentadas, de personajes como el destructor de bellezas, (Clímaco); el icono chichero (Chacalón), así como gansters y condesas, entre otras rarezas.
“Dorada Apocalypsis” es quizá parte de aquella transición, como lo fue “Cenizas de Altamira” – empero que no pierden el rumbo –, para apuntar a uno de los libros medulares en la poética ramosniana desde que inició su carrera literaria: las migraciones humanas. “este sería mi libro utópico y bello; y éste es el comienzo sin tener final” escribió en la contraportada de “Cenizas de Altamira”.
Por la senda del antihéroe




Tiene la traza de un rockero de los años 80’ y la verbosidad de un anarquista; él es Willy del Pozo o Karl Oharak (su alter ego), además de poeta marginal, es un caza talentos (o sea editor), fundador del sello editorial Altazor; esta vez se adentró a los dominios de la crónica con la publicación de “El sendero luminoso del placer”, presentado en la Universidad Continental, la semana pasada.


Entre tus publicaciones tienes más libros de poesía ¿cómo fue tu experiencia al escribir crónicas?
Las anécdotas de mi vida las fui contando en tertulias literarias de amiguetes durante mi permanencia en España cuando era estudiante universitario. Con el paso del tiempo a pedido de Jaime Quispe, un amigo periodista, las fui reuniendo y formé este volumen. Me he divertido muchísimo al releerlas más incluso que al escribirlas, y hacerlo fue un acto de desfogue, de necesidad fisiológica, pues la mayoría de ellas fue escrita de un tirón.


¿No te parece que el título de tu libro es bastante provocador?
Parece provocador e insinuante, y puede dar una concepción equivocada del contenido del libro, pero el lector descubrirá que en realidad se trata de recrear o buscar esa luz, “iluminar” el camino por el cual el protagonista discurre su existir. Y a la vez se puede concebir que cada uno de nosotros hacemos ese ejercicio de autoreflexión, que no es más que una suerte de búsqueda, una experiencia de la cual se aprende a reír, a burlarse y a mostrar la cara más descarada y desenfadada de sí mismo, a revelar los defectos con orgullo, al igual que las situaciones adversas en la vida donde se ha terminado siendo el perdedor; pero siempre orgulloso de serlo.


En tu libro se siente una marcada influencia por Ray Lóriga, lo leíste cuando estuviste en España?
Mi primer acercamiento a la literatura de Ray fue en el año 1994 cuando leí su novela “Héroes”. Lo hice después de escuchar una entrevista a José Ángel Mañas cuando su libro “Historias del Kronen” quedó finalista del Premio Nadal, entonces él comandaba a la Generación X española. Ángel Mañas mencionó a Lóriga y me interesé por sus primeros libros, los leí todos hasta “Caídos del cielo”, pero después le perdí la pista; sin embargo, no creo que exista una influencia suya conciente en mi obra, aunque quizá en el desparpajo y el descaro, en nada más.


El haber editado el libro basado en el concurso de cuentos de “Solo4”, ¿qué opinión te merece la narrativa de aquí?
He tenido la oportunidad de conocer y leer a escritores de esta región, como por ejemplo a Edgardo Rivera Martínez, Sandro Bossio, entre otros, en los que se cuenta la siempre entusiasta y muy inventiva nueva generación de narradores que se incluyó en tal antología que mencionas. En mi caso como editor siempre estoy a la caza de nuevos talentos de las letras peruanas, pues hemos editado Bibliotecas regionales de diferentes lugares del Perú, se ha trabajado con autores de Ayacucho, Ancash, El Callao, Cajamarca, cada una compuesta de 20 títulos innovadores. Existe ya un compromiso con el Centro Cultural de la Universidad Continental para la edición de una antología de jóvenes narradores de la zona.


El protagonista de tus crónicas se pasea sin ningún problema tanto en Ayacucho como en España, entre dos culturas, ¿cómo concibes la identidad dentro esos contextos?
Recuerdo una anécdota que me pasó en España. En la Universidad de Cádiz era conocido como un cholo “comunista”, todos decían que mi pensamiento estaba profundamente influenciado por las consignas del Ché Guevara, tomadas al pie de la letra de su diario de Bolivia, sin embargo, en la misma España, en la Asociación Cultural de El Puerto, me tildaban de ser un capitalista consumado, incluso y por otras razones ser casi un seudo nazi; pero yendo a los terrenos de la absoluta confidencia, en realidad me he casado con el bien y el mal, con la mendicidad y con la solvencia, con Europa y Latinoamérica, con España, Inglaterra, Brasil y nuestro Perú, por lo que soy un verdadero terrícola, mi país y mi identidad definitivamente es terrenal y más carnal y viceversa.